En un artículo anterior, nos introducíamos en el fascinante movimiento del Expresionismo abstracto, resaltando algunos de los factores que hicieron posible su aparición. Pero bajo este paraguas aglutinador coexistieron muchas sensibilidades distintas, radicalmente diferentes las unas de las otras. Bajo la faceta de masculinidad, se escondieron los hallazgos de numerosas artistas mujeres, pioneras en sus distintas maneras de hacer arte.

 

Las artistas olvidadas del Expresionismo Abstracto

Aunque brillantes, sus trabajos fueron relegados a la segunda fila, puesto que no encajaban del todo con la idea de “american type painting” que las instituciones estatales pretendían proyectar.

Hemos necesitado más de medio siglo y varias oleadas de feminismo para que sus obras fueran valoradas con la atención que se merecen. Para que sus nombres sean destacados a la misma altura que los de sus compañeros… Alma Thomas, Perle Fine, Lee Krasner, Michael West, Elaine de Kooning, Mary Abbott, Grace Hartigan, Joan Mitchell, Sonia Gechtoff, Helen Frankenthaler, Jay De Feo, Judith Godwin… Cada una, digna de ser admirada en su unicidad.

Aprovechamos este artículo para hablar un poco más en detalle acerca de tres de ellas.

 

1. Alma Thomas (1891 –1978)

Alma Thomas nació a finales del siglo XIX en Columbus (Georgia, EEUU) en el seno de una familia afroamericana de clase media. No obstante la violencia racial y las trabas que impedían estudiar a las mujeres, Alma obtuvo su licenciatura en 1924, siendo la primera egresada del programa de Bellas Artes de la Universidad de Howard.

Dedicó buena parte de su vida a la enseñanza y a idear maneras de sensibilizar a su comunidad hacia la importancia de la creación artística, tal y como ella la comprendía:

«El arte creativo es para toda la vida, por lo tanto, es independiente del tiempo. Es de todas las edades, de todos los lugares, y si con esto queremos decir que el espíritu creativo del hombre que produce un cuadro o una estatua es común para la civilización entera, independiente de la edad, etnia y nacionalidad; la declaración puede ser indiscutible.»

La expresión del reconocimiento tardío

Pero la labor pictórica de Alma Thomas no fue reconocida hasta 1960 cuando, ya jubilada, se matriculó en la Universidad Americana para entrar en contacto con el Expresionismo abstracto.

Su taller era la cocina de su casa, donde empezó a crear obras que los críticos de arte asocian a la corriente de los campos de color. Mas no se trata de campos extensos, como podríamos encontrar en la pintura de Rothko. Son una especie de mosaicos que beben tanto de la vitalidad de las composiciones de Matisse, como del calculado puntillismo de Seurat.

Alma Thomas: Hojas de otoño ondeando en la brisa (1973), acrílico sobre lienzo, Smithsonian American Art Museum.

Alma Thomas: Hojas de otoño ondeando en la brisa (1973), acrílico sobre lienzo, Smithsonian American Art Museum.

Un arte personal que se refiere a la humanidad entera, hermanando singularidad y tradición. Teselas planas, pintadas con cuidado, que nos invitan a disfrutar de los colores. De los matices cálidos y de los contrastes hipnóticos. De toda la magia que una pincelada puede contener…

 

2. Lee Krasner (1908 – 1984)

Lee Krasner nació en el Brooklyn de inicios del siglo XX, como cuarta hija de un matrimonio de inmigrantes judíos procedentes de Ucrania. Ya de adolescente, Lee tenía claro que su vocación era de artista. Por tanto, ingresó en el Washington Irving High School: la única escuela de su ciudad que ofrecía una especialización en arte y que permitía la entrada a las mujeres. Completó sus estudios en la Academia Nacional de Diseño, que le otorgó una formación técnica y un conocimiento profundo de los secretos de los antiguos maestros.

No obstante, con la apertura del MOMA en 1929, Lee entró en contacto con el arte de vanguardia. Se dejó seducir por la modernidad de los planteamientos post-impresionistas y por las rompedoras composiciones del cubismo. Empezó a tomar clases con Hans Hofmann – un pintor erudito en las nuevas teorías estéticas- que la ayudó a comprender el sentido fundamental de estos movimientos artísticos.

Los Artistas Abstractos Americanos

Pero Lee no pudo dar rienda suelta a sus creaciones abstractas hasta años más tarde, cuando – en 1940- decidió dejar de trabajar para la Works Progress Administration y unirse a los AAA (Artistas Abstractos Americanos). Aquí conoció a jóvenes pintores que más tarde revolucionarían el mundo del arte, como Willem de Kooning, Barnett Newman o Jackson Pollock, que se convertiría en su marido e ídolo.

La difícil personalidad y enorme fama de este último acabarían eclipsando la brillante carrera que Lee Krasner apenas había empezado a tener. La tumultuosa relación socavó su confianza en su propio talento, hasta que ella quedó relegada a un segundo plano: al rol de amantísima esposa de Pollock.

Aunque siguió pintando e intentando innovar – planteándose, por ejemplo, la relación con la escritura o la disposición tipo collage –  las obras que Lee consigue producir durante esta época son muy escasas y muestran una intensa influencia de su marido.

No fue hasta el trágico accidente de coche de 1956 y la repentina muerte de Pollock, que Lee Krasner volvió a vivir por la pintura. Su famosa serie de Earth Green (tierra verde) emerge con una fuerza catártica, liberando sus sentimientos de furia, culpa, dolor y pérdida.

Lee Krasner: Las estaciones (1957), óleo y pintura industrial sobre lienzo, Whitney Museum of American Art, Nueva York.

Lee Krasner: Las estaciones (1957), óleo y pintura industrial sobre lienzo, Whitney Museum of American Art, Nueva York.

Sus obras posteriores muestran una necesidad constante de transformarse y de hallar nuevas maneras de expresión. Pero también denotan una madura síntesis entre los avances compositivos de las vanguardias y la espontaneidad orgánica de la pintura de acción.

Texturas, símbolos y emociones se combinan en enormes cuadros de raigambre abstracta.  Con unas obras que han llegado a ser tanto o más cotizadas que las de Pollock, ocupando finalmente el lugar que se merecen en la Historia del arte. Tal y como apunta el crítico Robert Hughes:

“Hoy en día, nadie podría persistir ya en seguir llamándola un talento periférico.”

 

3. Sonia Gechtoff (1926 –2018)

Sonia Gechtoff nació en la Filadelfia de los felices años ’20, en un ambiente que veneraba el arte.  Siendo la hija de una reconocida galerista y de un pintor de origen ucraniano, aprendió a relacionarse con la expresión plástica incluso antes que con las palabras. Por tanto, nadie se extrañó cuando -a los seis años de edad- Sonia empezó a dar muestras de un talento fuera de lo común.

Sus padres la apuntaron a una escuela de arte para niños y ella siguió este camino, graduándose de la Academia de Bellas Artes de Pensilvania en 1950. Un año más tarde, se mudó a San Francisco, donde entró en contacto con la generación de artistas y escritores conocida como la Bay Area’s Beat. Un movimiento que rechazaba el corsé impuesto por los hábitos sociales y por el pensamiento tradicional, buscando nuevas formas de espiritualidad.

Quizás debido a esta apertura mental, se trataba de un ambiente mucho más inclusivo con las mujeres. Sonia nunca se sintió relegada a un segundo plano, como les había pasado a sus compañeras de la Escuela de Nueva York.

Aunque empezó trabajando en distintos medios –como la litografía- se decantó rápidamente por los lienzos de gran formato tan típicos del Expresionismo abstracto. Recibió una intensa influencia de Clyfford Still – una de las más destacadas figuras de este movimiento- incorporando formas angulosas y cortantes, subrayadas por colores contrastantes.

Las atrevidas composiciones «de cabello»

En 1956 empezó a idear sus complejas composiciones “de cabello”, conformadas por líneas enrevesadas que parecen flotar por encima del fondo plano. Estas atrevidas creaciones atrajeron mucha atención y buenas críticas, hasta el punto de posicionarla como una prominente pintora dentro de escena artística internacional.

Pero Sonia Gechtoff nunca se dejó atrapar por un único estilo, sin importar lo reconocido que éste hubiese llegado a ser. Continuó innovando a lo largo de toda su carrera, hallando inspiración en la arquitectura clásica y en la yuxtaposición de las formas naturales. Experimentó mezclando técnicas y creando unidades compuestas por varios cuadros.

Sonia Gechtoff: Pintura IV (1956), óleo sobre lienzo, SFMOMA: Museo de San Francisco de Arte Moderno.

Sonia Gechtoff: Pintura IV (1956), óleo sobre lienzo, SFMOMA: Museo de San Francisco de Arte Moderno.

Una pintora genuina, ambiciosa y segura de su talento. Que logró romper las barreras de género de su época y redirigir la atención hacia lo realmente importante: crear belleza. Visibilizar lo trascendente. Hacer arte.

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